A veces en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero, se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloró.
Y todo esto mordiente, vencido, mutilado,
todo esto que se hallaba en su alma encerrado,
pienso que sin quererlo lo he libertado yo.
—Alfonsina Storni, Fragmento de Bien pudiera ser
Nunca había reparado en que la primera parte de amargura es amar, en efecto una antecede a la otra. No solo porque esta mañana había despertado, más bien se había incorporado del lecho, leyendo poesía de la Storni o porque anoche estuvo leyendo su propia versión de Veronika decide morir y entre una página y un SMS se daba cuenta de cuanta falsedad cabe dentro de algunas palabras, sobre todo cuando éstas encuentran quien quiere creerlas.
Tratando de cambiar de parecer, a pesar de que haber creído atesorar todos los intrumentos para que el acto fuera infalible, buscó unos cuentos de Quiroga a ver si por miedo o fascinación espantaba su idea de morir, pero sus ojos estaban llenos del mar y la escasa hendija que le permitía apreciar el mundo exterior solo la hacía recordar a Poe y a Lugones.
Haciendo honor a su afición por las listas recordó algunos nombres de suicidas famosos, y acto seguido pensó que los suicidas anónimos deben ser más... Igual, la Woolf siempre estuvo entre sus favoritas... Entendió también, y ahora pidió exusas al cielo por haberlos tildado de superficiales, a aquellas personas que dan importancia a los ganchos que sostienen las cortinas del baño o a que en las salas el mobiliario haga juego entre sí, eso también son motivo para estar vivos, cualquier ilusión interna o externa lo es. Quizás debió tomar el ejemplo, aunque ya no era tan importante por cuestiones de tiempo.
Dos tardes antes, después de haber hablado con Marco Antonio, y entendiendo que él le había dicho que no sería más su Cleopatra, escribió sus últimas letras luego de que sus lágrimas y sus oraciones habían limpiado su alma.
Escribió una carta a sus padres pidiendo perdón por no haber podido seguir adelante, les explicó que en verdad ellos no tenían nada que ver en su decisión y le agradeció por todo lo que habían hecho por ella, que no le explicaran a sus sobrinos... A su hermano, le dejó una nota con sus números de cuentas y le pidió que organizara todo, solo él sabía de qué estaría hablándole. Sacó a su perro de la habitación, por cuestiones de estética meramente, pues no quería que el perro fuera a ensuciarse.
No quiso llamar a sus amigos cercanos, para no involucarlos en esto, además tampoco creyó que la entenderían y pidió a Dios que la perdonara nuevamente. Tomó todos los calmantes que pudo y hasta unos jarabes que encontró en su botiquín, se tumbó en la cama y con el mando a distancia puso
History Channel para no sentirse tan sola...
Despertó dos días después con el firme propósito de esta vez no fallar. Ahora está esperando el momento adecuado, como sus padres acabaron con cualquier elemento que sirviera para lograrlo, ideó otra manera... Sólo espera un momento a solas y trata de actuar como si todo estuviera bien.
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