jueves, octubre 25, 2007

Invisible


Despertó una mañana sintiendo el cansancio de haber pasado tanto tiempo sola, inservible, fatigada… Había pasado toda la noche soñando con que era otra persona, su vida, su verdadera vida, pasó ante sus ojos velozmente, y se vio a sí misma pequeña e insignificante, llorando tantos amores perdidos, tantas miserias ganadas, tanta traición de por medio, tantas noches en vela, tantos amigos ficticios, tantos amores invisibles. Pronto descubrió, después de verse en el espejo de los sueños, que esa era la palabra clave para promover su cambio de vida: invisible. Decidió en ese momento que era oportuno empezar a cambiar. Tomó en sus manos todos sus agobios y le dijo a su interno que olvidaría quien era ella, quien había sido, mejor dicho, total si solo mirarse al espejo le provocaba un terrible asco. Su nuevo yo sería invisible. Respiró profundamente y sintió el alivio que provoca saber que no puedes ser vista y saboreó en su paladar el gozo de la felicidad.

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