jueves, octubre 29, 2009

Chocolate Lovers


Me encanta el olor del chocolate, el que despide cuando pasa por calor para derretirse. Reconozco que a veces la paciencia me abandona y me desespero buscando sentir el olor, el sabor, el color del chocolate fundido...
Para fundir chocolate lo más importante es andarse sin prisas, pues hasta el más mínimo cambio de humor puede arruinarte el resultado. Mi receta es simple, cuenta con unos pocos pasos, pero lo más importante es andarse sin prisas, como los primeros besos de los amantes...
Troceo la barra de chocolate con unos pocos golpes de martillo o cuchillo o rayador, depende del clima, la calidad del chocolate, y la ira... Coloco en un recipiente los trozos. Acto seguido, mezclo en el mismo recipiente del chocolate una pequeña cantidad de mantequilla, muy poquita al principio, como los primeros besos de los amantes. Llevo a baño de María, aunque puede hacerse en cualquier baño, y cuidadosamente lío una sustancia con la otra.
Pacientemente, revuelvo y observo la aleación; una vez parece un fluido uniforme, le pongo un poquito de licor; sigo revolviendo con la mezquina muy despacito, pero constante, como los primeros besos de los amantes.
Desmonto del fuego lento; saco el recipiente del calor del líquido incoloro y tibio; y, a partir de la densidad y satín de la mezcla de olor delicioso del color de mis ojos, llevo un puntito a mis dedos, luego a mi boca, y una vez dentro me entrego al placer, exploto en deseo, como los primeros besos de los amantes.

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viernes, octubre 09, 2009

Blind Kissing Agreement


Los Amantes - Magritte

Hagamos el trato, me besas en mis sueños, me besas a distancia, me besas en las sombras, me besas tras mis ojos, me besas en la espalda…

No me tomes en cuenta las imperfecciones, déjalas pasar, ponlas bajo la alfombra, déjamelas a mí, se que hacer con ellas…

No pienso pedir más nada, solo quiero que sepas que a cambio, te besaré en mis sueños, te besaré a distancia, te besaré en las sombras, te besaré los ojos, te besaré la espalda…

Sólo cierra los ojos, no te alejes de mí, la vida da vueltas, aunque no son perfectas, pueden ser hermosas, si es que coincidimos… Sólo cierra los ojos y hagamos el trato.

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martes, octubre 06, 2009

À l'intérieur


Francamente carezco de sentido de orienación, sobre todo dentro de infraestructuras. He emprendido un viaje al interior, al interior de mí misma. Cada día encuentro caminos que se cruzan, superponen, me confunden... No hay señales de tránsito, no hay GPS, no hay BB, no hay planos para encontrar el tesoro, como los que ilusamente usábamos siendo niños confiando en que el futuro o lo desconocido siempre sería mejor que lo que ya conocíamos.

En mi interior, conviven fantasmas, monstruos espeluznantes, cosas a las que temo y no se cómo enfrentar. Hay noches de insomnio, hay píldoras para no soñar, hay pesadillas y cosas que no me avergüenzan y que sin embargo harían subir los rubores de mis seres queridos.

También ahí dentro, puedes encontrar cosas maravillosas, mis sentimientos, las cosas buenas que me gusta hacer por los demás, el amor que le tengo a mis seres cercanos, a mi hermano, a mis dos hermanas, a mi hermana Ivette, a mi hermana Airin, a muchas otras hermanas, incluso a las que no he conocido, a mis hermosos sobrinos; por supuesto, a mis padres, a mis dos abuelas… Las sonrisas, a veces forzadas, pero siempre genuinas que ofrezco a todo aquel que me brinda la oportunidad de regalárselas.

Están mis metas fallidas, mis metas logradas, los dolores, las iras, el perdón a los demás (aún trabajo en el perdón a mí misma, pero un paso a la vez), está Scooby Doo, todos los discos de Backyardigans, y muchos otros que encuentras cuando miras a los lados del camino.

Lo bueno es que a pesar de las encrucijadas, las decisiones difíciles, las paradas del bus y los cambios de rieles, todas las veces que llego al andén equivocado y que me ha dejado el tren, mis confusiones de orientación, las veces que me perdí en Barcelona, las veces que emprendía el viaje hacia el Ensanche Ozama y no se cómo terminaba en Maquiteria, la vez que lloré porque salí a buscar unos pasteles en hoja y vi una señal que ponía “Bienvenidos a Capotillo”, la vez que me bajé del Subway con mi abuelita en Washington Heights y nos amenazaban los piropos, o más bien improperios que nos gritaban los muchachos de la comunidad… Con mamá en Harlem, a una hora peligrosa... El aeropuerto Charles de Gaulle...

El punto es que siempre, y lo habitual es que no sea la forma más fácil, siempre que me he perdido vuelvo a hallar el camino; confío que este viaje a mi interior, a pesar de los recovecos, las calles sin salida… Dar una vuelta en mi bicicleta imaginaria por mi cárcel interior, está representando muchas lágrimas y sonrisas, aprender a amarme a encontrar rutas alternas…Pero se que la recompensa serán los planos de mi corazón, espero que el periplo valga la pena y espero no perderme tan a menudo...

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