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Me han dicho que andas preguntando por mí, que quieres saber si me siento feliz, si estoy trabajando, si pago mis cuentas, si ando con alguien, si estoy en terapia, si estoy medicada... Que con quién me junto, que si ando en la calle, que con quién pernocto, que qué libros leo, que si voy de viaje pronto, que con quién comparto lo que contigo solía...

Pero, por qué, qué es lo que te da derecho a cuestionar mi vida? Pero quieres respuestas... Yo no pregunto por tí, me limito a pensar que te va muy bien y a decirle a la gente que hace tiempo que no se de tí, pero que conociéndote debes estar de mil maravillas.

Y, bien, te digo que sí, que soy medianamente feliz, que todo tiene remedio, que al final todo es pasajero, que nadie es imprescindible, que igual no me iba a morir por tu ausencia, que si sientes que te debo algo me mandes a decir para pagarte, que sí, que a veces cojo la calle, que tengo algunos amigos, los necesarios, justo los que yo quería...

Y no sigas preguntando. No mereces saber más. Te lo advierto.

Todavía mi cama no la comparto con nadie. Espero que en la tuya haya buena compañía.