Ya no quiero comer sola...

Milka no quiere que me suscriba a un programa que ofrece una empresa internacional que garantiza que me presentaría un caballero por mes, durante un año para reunirnos a almorzar e iniciar lo que podría ser una relación que trascienda un poco la amistad. El asunto va de la manera siguiente, elijo una serie de características que me resulten interesantes, y para mi sorpresa el perfil es bastante amplio, ya que combina factores de la personalidad y meramente físicos. Por otro lado, te sometes a una entrevista “confidencial” en la que ellos te ayudan a descubrir qué es lo que en verdad te interesa en un compañero. Lo que pasa después es que la compañía cruza información, basándose en su experiencia profesional seleccionan las cualidades que son compatibles entre ambas personas y a veces recurren a sus instintos. Te organizan una cita en un restaurante para almorzar, y tan pronto regreses de ésta, llamas a la compañía y reportas tu impresión de lo que pasó durante el espacio de tiempo que compartieron, si ambos están de acuerdo, puede ocurrir una segunda cita, si no es así, esperas al próximo mes hasta que te presenten a alguien más.

A mi entender, es como un juego divertido, por el que pagas una suma en US$ más o menos importante, y te garantizan que obtendrás lo que andas buscando, siendo una especie de filtro, por lo que pierdes menos tiempo y te saltas el paso de los cuentos de camino y la ostentación de características que en realidad no se tienen pero que sabemos que al inicio de una relación siempre mostramos la cara más linda y a veces incluso desvirtuamos un poco la realidad.

Según mi amiga no se diferencia en nada de las casas de cita de antaño en la que apostabas tu honra como ser humano y se vendían una serie de favores de los que mitigan pasiones y deseos del cuerpo. A mi me hace tanta ilusión pensar que pueda reunirme con alguien sólo para almorzar, que aunque después pueda tornarse distinto el caso, de inicio es únicamente la inocencia de una comida con un desconocido que puede tener intereses comunes a los tuyos y al que te sacarás de encima sin dar muchas explicaciones si no es de tu agrado o si resulta ser un maniático.

En suma, pienso que en cada situación se paga el precio, si me suscribo pago un precio cuantificable en dólares americanos; si continúo el esquema tradicional de cortejo, también pago el precio, que se mide en llamadas incómodas, acceder a reuniones que no quieres tener pero que igual vas por no herir al otro, descubrir que en verdad puede que la mezcla entre lo físico y la personalidad no es la que esperabas, y un sinfín de momentos evitables.

Yo digo que vale la pena! Dejando de lado las trivialidades que involucra esta oferta, y que me vale el permiso de ser trivial porque a mis años cada vez quiero perder menos tiempo y sacarle el mayor provecho a mis momentos de gozo, lo importante para mí es seguir adelante y abandonar mi ostracismo que ya raya en tontería, que imagino que de tanto experimentar conociendo prospectos, de una manera o la otra, eventualmente conoceré personas maravillosas que aporten sabor y color a mi vida.

De más está decir que ya estoy cansada de almorzar sola!