Tripping
Vibra en todo mi cuerpo una cancioncita de niños, quizás de algún álbum de mis sobrinos, "andar en tren, es de lo mejor, se tira el cordel, y se para el tren"... No se, pero no logro sacármela de encima, me atomrenta; escucho chuchus por doquier…
Y ciertamente, he pasado un largo tiempo sobre el tren, dentro del tren, y ya siento como si fuera yo misma el mismo tren…
A veces el tren se detiene y agota tiempos en los que muta, cambia de piel, tiene otro olor y otra acústica. Hay otros lapsos, estos más breves, en los que entran y salen pasajeros; e incluso hay algunos en los que no baja ni sube nadie, pero el tren debe hacerlo, porque simplemente así estaba pautado. Los mejores momentos, o los peores, depende como se mire, es cuando el tren avanza velozmente y puedes observar cómo cambia todo el paisaje a tu alrededor en cuestión de segundos…
Usualmente, hay alguien destinado a ayudarte, si pagaste el precio adecuado, o a hacerte el viaje más incómodo si piensa que no te mereces buen trato; pero eso nunca lo determinas con antelación…
Mi tren tiene trechos muy largos por los que va completamente ajeno a los pasajeros, en mi tren no hay mucha gente, sin querer decir que está vacío; no lo está, lo llenan mi esencia y mis complicaciones. No muchos pasajeros están dispuestos a apreciar el vértigo que suponen mis cambios de carril, las esperas en apariencia inútil, las mucamas solapadas y alabanciosas que encuentras en mi ruta y que fingen ayudarte, o la conversación fútil de algún comensal que va de paso en el coche comedor…
Trémulamente serpenteo el camino y en todo mi cuerpo un chu-chu tren ronronea y me lleva hacia delante, no importa cuanto tiempo me tome, no importa quiénes me dejaron atrás, sigo adelante sobre el tren, en el tren, soy el tren…
Y ciertamente, he pasado un largo tiempo sobre el tren, dentro del tren, y ya siento como si fuera yo misma el mismo tren…
A veces el tren se detiene y agota tiempos en los que muta, cambia de piel, tiene otro olor y otra acústica. Hay otros lapsos, estos más breves, en los que entran y salen pasajeros; e incluso hay algunos en los que no baja ni sube nadie, pero el tren debe hacerlo, porque simplemente así estaba pautado. Los mejores momentos, o los peores, depende como se mire, es cuando el tren avanza velozmente y puedes observar cómo cambia todo el paisaje a tu alrededor en cuestión de segundos…
Usualmente, hay alguien destinado a ayudarte, si pagaste el precio adecuado, o a hacerte el viaje más incómodo si piensa que no te mereces buen trato; pero eso nunca lo determinas con antelación…
Mi tren tiene trechos muy largos por los que va completamente ajeno a los pasajeros, en mi tren no hay mucha gente, sin querer decir que está vacío; no lo está, lo llenan mi esencia y mis complicaciones. No muchos pasajeros están dispuestos a apreciar el vértigo que suponen mis cambios de carril, las esperas en apariencia inútil, las mucamas solapadas y alabanciosas que encuentras en mi ruta y que fingen ayudarte, o la conversación fútil de algún comensal que va de paso en el coche comedor…
Trémulamente serpenteo el camino y en todo mi cuerpo un chu-chu tren ronronea y me lleva hacia delante, no importa cuanto tiempo me tome, no importa quiénes me dejaron atrás, sigo adelante sobre el tren, en el tren, soy el tren…